Desde que somos lo que somos, el hombre ha seguido a sus líderes, se ha sentido identificado y ha asumido sus valores a veces sin pensar, a veces por rutina y otras con vehemencia, pero de una u otra forma somos individuos que no actuamos solos, sino que solemos manejarnos grupalmente. La moda nos puede, sin darnos cuenta seguimos cánones impuestos desde fuera y los copiamos o los potenciamos, o incluso algunos los modulamos para adaptarlos a nuestras posibilidades.
Desde el nacimiento el bebé imita a sus padres, adopta posturas y gestos, se dice que un peque se llega a parecer a sus padres porque es capaz de hacer gestos y guiños imitados inconscientemente. Más adelante, el joven imitará actitudes del chico o chica popular de su clase, tomará prestados ideales y maneras de tal o cual mito o ídolo musical. No será infrecuente ver peinados a lo Justin Bieber en chicos o estética Monster High en preadolescentes.
El adulto continúa los mismos patrones siguiendo a lideres religiosos o de opinión, incluso a medios de prensa afines a sus pensamientos y lo hace consciente, militando, incluso como seguidor, afiliado o fan o bien inconsciente simplemente y sin procesar lo que el ídolo predica.
La maternidad no podía ser menos, desde siempre se ha visto aderezada de modas y costumbres, donde se hacía lo que la partera del pueblo decía, lo que el médico con bigote dictaba desde su cátedra o ya en los tiempos modernos desde los libros de éxito o desde las redes sociales. Mucha influencia en la nueva maternidad han tenido las redes sociales y sobre todo los llamados blogs de madre, bitácoras donde cualquiera puede expresar sus sensaciones, sentimientos, emociones, reivindicaciones e incluso su protesta ante la situación y moda en la que se encontraba la maternidad en los años 80 y 90 donde las tasas de lactancia materna estaban bajo mínimos y las cesáreas porque sí, en auge total.
Hay que reconocerles todo un movimiento en favor de la mujer que decide y toma la batuta de su maternidad, donde se informa, se comparte y se crea tribu tan necesaria en esta etapa de la vida. La lactancia materna como símbolo de la determinación de la mujer por elegir y ser protagonista de sus decisiones, llevan a un estilo de crianza con apego que se pone de moda y son legiones de mujeres las que siguen los dictados de los blogs y libros que predican esta línea y abominan de los que se enfrentan a ella, se crea una tendencia.
Con el paso de los años la crianza con apego se convierte en una religión, con sus adeptos, sus detractores y sus fanáticos seguidores, se radicaliza en algunas y surgen nuevas tendencias que parecen querer volver al siglo XIX y recelan de cualquier signo de modernidad, entre otros se aboga por el parto en casa, la lactancia superprolongada, la escuela en casa, la vuelta de la mujer a la cocina, etc….
No entro a juzgar nada, dios me libre, tan solo quiero criticar al seguidor adocenado de estas y otras tendencias, que sigue al líder o al gurú sin plantearse la más mínima duda; lo ha dicho fulanito y basta, lo pone el libro de no se quien o lo dice fulanita en su blog, se convierten en el credo grabado en piedra. Y no debería de ser así, el bebé es vuestro, la familia es vuestra y vuestra es la decisión y la responsabilidad de como educar, eso es lo fantástico de la maternidad, criar a un futuro miembro de la sociedad a nuestra imagen y semejanza, a vuestro estilo con vuestros aciertos y vuestros errores, asumiendo el liderazgo de vuestra prole sin ataduras y educando en libertad.
Informaros, leed, comentad con la tribu, comentad dudas con el pediatra o la enfermera y luego haced lo que os de la gana o lo que mejor os parezca de todo lo que habéis aprendido, sois padres sabios y libres.
Cuando me quedé embarazada hace ocho años, me leí todo lo que pude acerca de este nuevo mundo en el que me iba a meter. Lo hice por ignorancia supina, hacía tanto tiempo que no había niños en mi familia que no recordaba la última vez que cogí a uno, y mis amigas aún no habían sido madres. Me hice, entre otros, con un libro de Duérmete niño y con Un regalo para toda la vida para conocer maneras distintas de ver las cosas.
Y después, desde la experiencia, mi opinión es que se abogue por el sentido común! O llámalo instinto…
Ya lo dijo Cervantes, leer libros da sabiduría, la vida misma te da el sentido común de Sancho, pero leer demasiado te puede llevar a la locura de D. Quijote
CHAPÓ