Urgencias


Hace unos días alguien me atribuyó la frase «Urgente, es no respirar y su niño respira» como contestación a alguien que venía de urgencias a mi consulta. No recuerdo haberlo dicho pero no me extrañaría. La verdad es que me hace pensar ¿Por qué algunos médicos nos ponemos bordes en estas ocasiones de pretendidas urgencias?

Habría que empezar por saber que es una urgencia y para quien es la urgencia.

En primer lugar están las emergencias estas suponen un autentico riesgo para la vida del paciente, traumatismos graves, intoxicaciones, paradas cardíacas, shock, etc., situaciones que suponen un compromiso vital, o se hace algo rápido o el niño se muere. Por suerte estas son las mínimas y ningún médico se para ni siquiera a hablar, salimos corriendo. (espero que en la buena dirección )

Luego, están las urgencias derivables, aqui no hay riesgo vital pero hay que ponerse a la faena, heridas que suturar, hueso roto, broncoespasmo, etc., normalmente se atienden rápido pero sin correr, con tranquilidad y sin perder los nervios.

Por último, están las pretendidas urgencias, las prisas surgen en los padres, no en el niño como en las anteriores. La vida va muy deprisa y todo necesita una respuesta inmediata, nos agobia una fiebre, un dolor de oidos, una tos o unas legañas o lo que sea….. no podemos esperar a mañana, el problema hay que solucionarlo ya y entonces surge la decisión heroica  «vamos a urgencias» igual da que nos hagan esperar en el hospital 3 horas o que nos perdamos la fiesta del hermanito mayor porque hay que llevar al peque….. o vamos a que nos atiendan en el centro de salud aunque no tenga cita, que más da,  tenemos la intranquilidad, la duda o la inseguridad y hay que compensarla con una postura firme ante el médico para que me atienda en el momento, aunque retrase a los que están esperando su cita, porque tengo derecho.

Es verdad que mi cupo son gentes muy agradables y esta situación se da pocas veces, pero cuando se produce te queda un malestar amargo. Ya hablaré en otra ocasión de mis gentes, un chollo de trabajo, muchos pero un chollo.

Se agradecen comentarios para continuar con el tema.


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0 ideas sobre “Urgencias

  • Marisa Moya

    He leido tu artículo «urgencias». Y hablas de lo que debería ser. Además lo haces desde el punto de vista de un médico.
    Yo tengo otro punto de vista, bien es verdad que lo he ido modificando con los años y también está muy influido por las conversaciones que a lo largo de estos años he mantenido contigo.
    Tú hablas de saber distinguir qué es motivo de una asistencia de urgencias. Y dices que no se debe acudir para las «pretendidas urgencias». Es fácil para un médico hacer ese discernimiento pero no siempre para un padre. Tienes que tener en cuenta que la falta de conocimientos da inseguridad y cuando lo que está en juego es la salud de un niño, excuso decir. ¿Cual es el fallo? Yo creo que quien debiera hacer esa discriminación es el «ente médico». Si tú vas a un hospital porque tu hijo tiene fiebre y te atienden en el mismo sitio y los mismos médicos que si te has abierto la cabeza quien falla no eres tú sino la organización de ese servicio. Tú apelas a una cosa parecida al espíritu cívico para no colapsar urgencias con temas innecesarios que priven a los verdaderos necesitados. ¿Sabes lo que dices? ¿Estás hablando del mismo ciudadano al que hay que multar para que respete las normas de tráfico y no se estrelle en la carretera, del mismo ciudadano capaz de mentir como un bellaco empadronándose donde no vive, alegando alergias inexistentes, incluso alegar malos tratos para conseguir una plaza en un colegio público? ¿Hablas del mismo ciudadano que miente todo lo que puede en la declaración de la renta…? Es bueno luchar por lo que debiera ser. Es bueno contarlo por si queda por ahí algún despistado capaz de hacer una reflexión, pero…¡Esto es lo que hay!–

  • Nuria

    Jesús,
    estando totalmente de acuerdo con tu exposición, sí me gustaría apuntar que los comentarios de tipo “Urgente es no respirar y su niño respira”, «ay, estos padres primerizos…», «pues yo no le veo tan mal…» que por desgracia son muy habitules en los centro de urgencias pueden hacer mella en los padres, y me explico:
    sólo he utilizado el servicio de urgencias del CS de Paracuellos en dos ocasiones, ambas fuera del horario de consulta.
    La primera vez recibí el comentario «ay, estos padres primerizos…», que no digo que no llevasen razón, ojo, porque el motivo de la consulta era un bebé de un mes con llanto inconsolable (algo muy inusual en su «recién formado carácter»), algo de febrícula pero ninguna otra manifestación de alarma. Tras la revisión pertinente nos envían a casa sin diagnóstico pero con comentarios del tipo que he referido al principio. Añado que dos días después se manifestó una otitis, pero eso ocurrió pasados dos días por lo que en aquel momento el bebé no presentaba patología alguna.

    Pues bien, la segunda de mis visitas fue una EMERGENCIA (eso lo supimos a posteriori, claro) y, el hecho de haber recibido los comentarios a los que me refiero en este post nos hizo vacilar un VALIOSO tiempo que, con el diagnóstico final, ahora sabemos que pudo haberle costado la vida al niño.
    El percance se produjo tras ofrecer al bebé, con cuatro meses, su primer biberón (bueno, seguramente fuese el segundo y en la maternidad le diesen alguno, pero esto también lo he sabido a posteriori). Apenas ingeridos 20 ml comienza a hacer gestos de atragantamiento. En todo momento pensamos que era eso porque, como padres primerizos, tal vez habíamos puesto una tetina con una apertura demasiado grande para un bebé tan pequeño… qué vas a pensar… Evidentemente nos empezamos a poner nerviosos: sacude al niño, ahora parece que recupera.., no, no espera, de nuevo parece que le cuesta respirar…, ¿qué hacemos?, ¿nos vamos a urgencias?, no, mira, parece que ya respira bien…, ya se le ha pasado, ¿nos acercamos a que le echen un vistazo?, ay, no sé…, venga sí, vamos que de nuevo respira mal…
    Llegamos acelerados, le comentamos al médico: «el niño no está bien, parece que le cuesta respirar», respuesta, literal, «pues yo no le veo tan mal…».
    Tras mirarle el nivel de saturación (no llegaba al 80%) ya empiezan a ver la gravedad y llaman a una UVI móvil del Infanta Sofía. No voy a detallar los momentos vividos porque fueron realmente duros, inluso en el mismo centro de salud le pincharon hasta dos veces adrenalina porque no recuperaba… debo decir que la ambulancia no tardó ni 10′ que, evidentemente, se nos hicieron interminables….
    Fue la peor situación que he vivido en mi vida y espero no tener que volver a pasar por ello. Ya en el hospital vieron que se trataba de un shock anafiláctico como respuesta a la ingesta de leche de fórmula. Tras aplicar el tratamiento, le dejaron ingresado con oxígeno y monitorizado (nivel de saturación y ritmo cardíaco) y al día siguiente todo parecía una mala pesadilla…

    Quiero aprovechar el mensaje para agradecer a tod@s los profesionales que atendieron al niño, tanto en el hospital como en el centro de salud, desde donde se preocuparon de buscar la ficha del niño para llamarnos a casa a los dos días y preguntar por su estado (imagino que ellos también se llevarían un buen susto).

    Lo que quiero plasmar con mi testimonio es que no se debe subestimar a los padres con comentarios de ese tipo. Es cierto que las urgencias están muy saturadas y, en muchas ocasiones, no se deben a emergencias. Entiendo que, como todo en la vida, depende de la persona y de lo que ésta considere como urgencia. En mi caso, el hecho de que en una ocasión me «reprochasen» una mal uso de este servicio hizo que la siguiente vez vacilase minutos que pudieron se decisivos. Evidentemente nunca había oido hablar de anafilaxia ni sabía cómo identificarla, yo no sabía el peligro que estaba corriendo el niño. Es más, quienes me conocen saben que no soy nada alarmista, más bien incluso al contrario.. Pero lo que tengo ahora muy claro es que con la salud no se juega y, ante la duda, prefiero que me tachen de «madre primeriza» que lamentarlo…

    Gracias por el blog, Jesús, me parece una inciativa muy buena.
    Un saludo.

  • jesus martinez

    Gracias por los comentarios, supongo que es un problema de «educación sanitaria» entendida como seguridad en si mismo, vosotros padres y nosotros médicos. Me explico.
    Cuando alguien entra por la puerta de la consulta bien de urgencias bien de consulta normal, en ese momento el médico se crea una instantanea, un diagnostico previo. «Otro que viene a tocar las narices» o «ostras, esto parece grave» unos mantienen la boca cerrada en ese momento y otros dan una primera impresión. El buen médico es el valorando esa primera impresión consigue olvidarse de ella y llegar a un diagnostico certero que puede o no coincidir con la primera impresión. Quizás con el tiempo, los aciertos son más y mejores pero no siempre se acierta.
    Por la otra parte los padres acudís con una idea preconcebida igualmente, algunos aceptan esa primera impresión del médico como un alivio y otros la ven como un reto a su prediagnostico paterno o materno y se enfadan.
    Yo creo fundamentalmente en las personas y sean ladrones, asesinos o defraudadores, implicados o presuntamente implicados o sencillamente gentes de bien mi obligación es tratarlos igual y no solo eso exigirles a todos lo mismo. Muchas gracias

    • Nuria

      Una vez más, estoy totalmente de acuerdo con tus comentarios, pero retomo la palabra para puntualizar algunos comentarios:
      «Por la otra parte los padres acudís con una idea preconcebida igualmente, algunos aceptan esa primera impresión del médico como un alivio y otros la ven como un reto a su prediagnostico paterno o materno y se enfadan.»
      En mi primera visita a urgencias, yo no sólo no me enfandé con los comentarios que vertieron sino que les tuve tanto en cuenta que me avergoncé por haber acudido allí con un bebé que simplemente lloraba sin cesar. Bien es cierto que hasta entonces nunca había visto al niño así y por eso me alarmé, pero el diagnóstico no dejaba lugar a dudas: ni la oscultación, ni la revisión de oidos y garganta mostraban ninguna anomalía por lo que el niño estaba perfectamente. Precisamente por eso y, por supuesto, por los comentarios que nos dirigieron, me fuí a casa con la sensación de que no tenía que haber ido, que aquello no era una urgencia (y, efectivamente, no lo era).
      Insisto, no era enfado, era vergüenza.
      Ahora bien, en la segunda visita vacilé mucho antes de acudir presisamente por este tipo de comentarios que, como tú bien dices, no todos realizan: «unos mantienen la boca cerrada y otros no». En esta ocasión no sólo se trataba de una urgencia sino que además se trataba de una situación muy grave, de compromiso vital, donde la rapidez de actuación es determinante. Pero es que yo no soy médico, no sé identificar una anafilaxia; tanto es así que incluso el facultativo que estaba ese día de guardia tampoco lo identificó a primera vista: un niño decaído, sin más, …al que las constantes vitales le estaban fallando pero claro, para ver eso necesitas comprobar el nivel de saturación, tomarle la tensión… No estoy enfandada con él, ¿cómo iba a estarlo?, salvó la vida de mi hijo y le estoy tremendamente agradecida.
      El comentario que me afectó fue el de la primera visita, que me hizo dudar a la hora de volver a acudir cuando realmente se trataba de una urgencia.
      Y es que el refranero es muy sabio y bien es cierto eso de que «no hay mejor palabra que la que está por decir».
      Gracias de nuevo.

  • Marta Ramos

    Yo creo que es una pescadilla que se muerde la cola. Muchas veces van pacientes con urgencias que no son tales, y el médico puede o no ser borde. El problema es que el décimo paciente que viene de urgencias en la misma tarde tiene más probabilidades de que le mandes a paseo, sea una urgencia o no. Y ahí está el problema, pagan justos por pecadores, pero es que si lo usáramos bien todos, los médicos no estarían predispuestos según te ven llegar por la puerta.
    Cierto es que cuando yo era pequeña, mi madre casi nunca iba a urgencias con nosotros. Pero ahora, no sé porqué, lo usamos de forma discriminada, a veces, y de forma certera otras tantas. ¿Cómo discriminan los médicos si eres un quejica o te quejas con razón?? Mi opinión es que se debería prestar siempre la misma atención, sea un quejica o no, pero claro, no somos robots, y hasta yo me cabreo en el trabajo si la misma persona me viene a preguntar lo mismo tres veces… Pero yo no trabajo cara al público.
    Y para terminar sólo apostillar que a Jesús hay que pillarle el tranquillo (si se me permite la expresión coloquial).

  • Alvaro Garcia

    Hola Jesus,

    soy el padre de 2 niñas que atiendes, y estamos muy contentos de que seas nuestro pediatra, pero en esto no estoy de acuerdo contigo. Nos pides a los padres que seamos capaces de valorar una situación para la que realmente no tenemos formación, menos aún cuando se trata del primer hijo. Y ante la duda pensamos, prefiero pasar la verguenza de que el médico me mande a casa dejandome de tonto, que arriesgarme a que sea algo por lo que arrepentirme el resto de mi vida por no haber acudido a urgencias. A mi se me ocurre que la solución puede estar en formar a los padres, pequeños cursos con los problemas típicos que pueden aparecer y que hacer (por ejemplo, paracetamol y acudir al médico tranquilamente el lunes, en vez del fin de semana). En mi caso concreto, mi hija mayor visitó al pediatra en sus primeros 6 meses unas cuantas veces mas que la pequeña, y ambas gozan de similar buena salud, simplemente, sus padres tenemos mayor formación ahora.

    Por cierto, aprovecho para agradecerte esta iniciativa, que me parece genial.

    • jesus martinez

      Formación, vuelve a salir la palabra en cuanto se habla de urgencias, quizás lo que tenemos es un exceso de información. Nuestra abuelas no tenían mejor formación que cualquiera de nosotros como padres, pero no iban al médico. Y ahora vienen de urgencia con su nieto que le han dejado unos días. ¿Qué ha cambiado? ¿si fuera su hijo no lo llevarían pero como es su nieto salen corriendo? Responsabilidad esa es la palabra. Nos cuesta asumir la responsabilidad de decidir y como es fácil, que decida otro, el médico, el farmacéutico, el guardia, el abogado, el seguro, el…… A veces solo hay que mirar a la cara a tu hijo para saber si esta grave o no, y a veces es mejor sentarse o tumbarse con él y darle el apoyo necesario, y no salir corriendo a que le «torturen» y le den una medicación que a veces, solo a veces no necesita y que el médico por no asumir su responsabilidad prefiere recetar a la ligera siendo cómplice de la agresión al peque.

  • Edgar Jara Muñoz

    Saludos
    Como pediatra, entiendo la posición del autor del blog, pero no la comparto ya que es muy importante tomar en cuenta las experiencias vividas. ¿Cuántas veces en la formación como médico, no tuviste miedo de que una tos sea neumonìa o una fiebre alta sea una meningitis?, solo la experiencia te dio la confianza para poder diferenciar y encontrar el diagnóstico apropiado, ya sea un simple resfriado o una rosèola, respectivamente. ¿Cómo padres ocurrirà lo mismo?.. entiendo que si. El primer hijo suele padecer de todos los males de la inexperiencia. Asi mismo, suele ser el que más fotografìas tiene en casa ¿no se han fijado?. Algo que he aprendido es que «La madre siempre tiene la razón», si para ella no es normal, casi seguro que algo está pasando. Eso lo transmito a las madres de mis pacientes, sobre todo sin son primerizas, asi se reduce la vergüenza que pueden sentir al acudir a un servicio de emergencia y encontrarse a un «malhumorado» mèdico de turno. A los residentes explico que la «primera obligación DEL BUEN pediatra» es creerle a la madre. Asi tratarán de respirar profundo y encontrar la mejor forma de calmar la ansiedad de los familiares del paciente. Me quedo con el comentario de Nuria, una mala experiencia inicial, pudo costarle la vida a su pequeño en otro momento. ¿Los médicos debemos pretender que los pacientes entiendan nuestro complicado mundo? yo creo que no.
    Un abrazo desde la mitad del mundo.

    • jesus martinez

      Estimado colega si aprendiéramos solo de las experiencias tendríamos que tropezar en todas las piedras del camino para llegar a ser sabios, magullados pero sabios. Desde tu puesto de neonatólogo hospitalario la pediatría se ve de forma diferente a como se ve en la calle, no dudo que la patología que atendemos es diferente. Lo que creo que marca una diferencia de visión es la educación para la salud, lo frecuente es lo sano, no la enfermedad, lo frecuente es que no me toque la lotería. Los padres no pueden vivir en una constante excitación porque les va a tocar los millones o una gravísima enfermedad en sus hijos. Tenemos que enseñarles a convivir con la salud y si algún papa o mama acude preocupado por una nimiedad tenemos que apuntarlo en nuestros fallos porque no hemos sabido educar para la salud.
      Muchas gracias

  • Montse

    Acudí a las urgencias de mi ambulatorio a las 7 de la mañana, después de que mi hijo de dos años se pasara la noche vomitando. Allí un «señor con bata blanca» le tomó la temperatura y le dió una cucharada de primperant, después se limitó a darme el jarabe y decirme que me fuera a casa. Del ambulatorio me fui a las urgencias del hospital, donde le dieron suero e hicieron algunas pruebas. Acabamos derivados a otro hospital con cirujía pediatrica, donde después de 4 dias de pruebas le operaron de una apendicitis perforada. A la hora de quitarle los puntos acudí al ambulatorio… la enfermera le quitó dos de los cinco puntos que tenía y me dijo que volviera al dia siguiente para terminar de quitarselos, porque el niño se puso a llorar y la ponía nerviosa (Siiii!!! señora,un niño de dos años, lloraaaa!!!). Volví al hospital, donde esperé mas de una hora para que un medico me «regañara» por colapsar las urgencias del hospital con esas menudencias. A lo que ya no pude callar:
    «Sé perfectamente y le doy toda la razón de que venir con estas niñerias a las urgencias del hospital hacen que el servicio de urgencias pierda su efectividad. Pero le diré, que a veces no nos vemos en otra que la de acudir aquí, cuando en el ambulatorio no saben, no quieren o no les interesa hacer bien su trabajo.»
    Que hubiera ocurrido si yo no hubiera acudido al hospital y me hubiera conformado con el servicio de mi ambulatorio?? Cuantos dias hubiera necesitado mi hijo para que le quitaran 5 puntos de sutura?? que hubiera pasado si su apendice…?? buf! no lo quiero ni pensar por que me pongo de una mala lecheeeee…
    En fin, en mi humilde opinión, cada dia se aprende algo… y a veces que una madre se alarme y vaya al hospital con ciertas «menudencias», quizás sea porque donde debian no la atendieron como debian.

  • jesus martinez

    Disculpame Montse por autorizar con tanta tardanza tu comentario, he estado de vacaciones y tengo el blog sin atender.
    Efectivamente en pediatría ambulatoria o en Atención primaria como nos gusta decir se hacen muchas cosas mal y hay personal como en toda empresa que no hace o no hacemos la labor correctamente, pero también en el hospital y por supuesto creo que hay mucha más gente en proporción que hace las cosas bien y muy bien. El centro de salud es cercano y puede en un gran porcentaje de casos dar solución a cualquier problema aunque a veces se den tropiezos porque alguna persona no de la suficiente satisfacción a las necesidades del usuario.
    Avisos como el tuyo deben espolearnos para hacer las cosas cada día mejor, gracias por tu aportación.